Está ampliamente reconocido que la violencia de pareja tiene un elevado impacto sobre la salud integral de las mujeres. En este sentido, resulta necesario investigar tal impacto a lo largo del tiempo y evaluar qué factores contribuyen a la recuperación o deterioro de la salud. Los objetivos de esta Tesis fueron, en primer lugar, evaluar la evolución de la salud mental, principalmente: sintomatología depresiva, ansiedad, trastorno de estrés postraumático (PTSD) y suicidio, y la evolución del impacto sobre el sistema endocrino, concretamente el funcionamiento de las hormonas cortisol y dehidroepiandrosterona (DHEA) a lo largo de un periodo de tres años, y en segundo lugar, estudiar qué factores personales y sociales contribuyen a la recuperación o el deterioro en la salud de las mujeres. Métodos: Mujeres (N=91) que participaron en un estudio transversal previo y que habían sido víctimas de violencia física y psicológica (n=33) o de violencia psicológica (n=23) por sus parejas y fueron evaluadas tres años después. Se incluyó un grupo (n=35) de mujeres sin violencia por parte de sus parejas como comparación. Los datos sociodemográficos y la violencia de pareja se obtuvieron mediante entrevistas semi-estructuradas llevadas a cabo por psicólogas formadas, los datos salud mental fueron obtenidos a través de cuestionarios estandarizados. Resultados: La evolución de la violencia cambió a lo largo del tiempo; durante el año previo al estudio longitudinal la violencia continuó en un 65.21% de las mujeres del grupo de violencia psicológica, mientras que en el grupo de violencia física y psicológica continuó en el 12.12% de las mujeres y se redujo a únicamente violencia psicológica en el 51.5% de estas mujeres. Respecto a la salud mental los resultados indicaron que las mujeres expuestas a violencia física y psicológica por parte de sus parejas recuperaron su salud mental con un descenso significativo en sintomatología depresiva ansiedad y PTSD, no se describió recuperación en las mujeres expuestas únicamente a violencia psicológica. El análisis de regresión indicó que el cese de la violencia física y el apoyo social percibido contribuyeron a la recuperación de la salud mental, mientras que la percepción de acontecimientos vitales estresantes contribuyeron al mantenimiento de los síntomas de PTSD. Por otro lado, las correlaciones entre variables endocrinas y de salud mental en el grupo de violencia física y psicológica indicaron una relación entre los cambios ocurridos en niveles basales de cortisol por la mañana y los cambios en ansiedad estado, así como entre los cambios en los niveles de DHEA y los cambios en ansiedad rasgo y PTSD. Conclusión: En este estudio se pone de manifiesto que la recuperación en la salud mental depende del tipo de violencia al que han sido expuestas las mujeres. Mientras que las mujeres que han experimentado violencia física y psicológica tienen una mayor probabilidad de que la violencia cese o se reduzca y, por lo tanto, su salud se recupere, las mujeres expuestas a violencia psicológica tienen una elevada probabilidad de que la violencia se mantenga y, en consecuencia, una baja probabilidad de recuperación de su salud. Por estos motivos, las mujeres víctimas de violencia psicológica necesitan de mayores recursos y ayuda para escapar de la violencia de pareja y recupera su salud. Son necesarios más estudios longitudinales que aporten más conocimiento sobre los factores promotores de la recuperación de la salud y que sirvan de guía para realizar políticas a nivel individual, legal y social.